Es ejemplar la forma en que los egipcios llevan a cabo su revolución. No es exageración llamarla “Revolución” dada la intensidad de su protesta, los cambios que promueve su lucha y los logros que está conquistando.
Sin embargo; no se lee en las noticias información relacionada con la toma insurgente de alguna ciudad, el flujo de armas desde los Estados Unidos o Rusia, alguna comandancia rebelde que comunique decisiones en la plaza pública o algún grupo guerrillero en contacto con algún país que apoye su causa. En todo caso, las redes sociales están siendo mencionadas por el ataque del gobierno a éstas y la capacidad que ofrecen para que los ciudadanos se organicen.
Independientemente de sus aspiraciones para fundar una nueva nación Egipcia –algunos temen por la amenaza fundamentalista- su revolución está hecha a base de la toma de calles por la multitud inconforme, una protesta que se eleva tanto que tambalea a un gobierno que no se distingue por tener mano suave.
Sus armas: piedras, palos y algunos látigos, mientras que los más afortunados andan a caballo o camello, la mayoría caminando. Su principal arma: La voz. La unión de tantas voces inconformes hace imposible que un gobierno se atreva a aniquilar frente a la opinión mundial todas estas almas. Las salidas que propone el régimen de Mubarak, han sido desechadas por los egipcios por lo que se vislumbra una caída rotunda de su mandato.
Las fuerzas militares se mantienen al margen mostrando sensibilidad, sería una locura imponer su fuerza en contra de personas que sólo tienen piedras en las manos. Es decir, sí es posible que la organización de un pueblo y la coincidencia de voluntades derroquen gobiernos injustos, corruptos y perezosos sin la necesidad de recurrir a grupos armados y sin tener que retar a la fuerza militar que en última instancia está por encima de los intereses de un gobierno impopular.
Por supuesto se habla de heridos y se hablará de muertos, el gobierno opresor tendrá por fuerza que dar sus últimos estertores, pero al final la presión popular terminará por triunfar. ¿Será que derive en una lucha más sofisticada donde se involucren armas de fuego? no lo podemos saber, pero hasta ahora, la manifestación organizada es la pieza clave para hacer temblar a un mal gobernante.
Pienso en México y creo que hay revoluciones que se pueden llevar a cabo en contra de la desigualdad, los monopolios, el abuso a los consumidores, la mala calidad educativa, la burocracia obesa y déspota, los políticos corruptos y la falta de oportunidades.
Sin más armas que la voz. La de más de ciento diez millones de gargantas, juntitas y en la calle.
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