En todos los medios se ha desatado, como es normal y necesario, un alud de análisis que van desde la explicación y justificación de los actos, hasta el ataque y crítica a veces constructiva y otras destructiva, sobre el nuevo capítulo de enfrentamiento entre las izquierdas en su lucha por ir o no en alianza para competir por la gubernatura en el Estado de México. Estado que si no lo era, ya se es el puente hacia la presidencia, porque en eso lo han convertido los actores que compiten por él.
Hay quienes defienden la opción de ir en alianza con el PAN y otros que sostienen que la única alianza posible es la de todas las izquierdas. El cálculo de los primeros es la posibilidad real de la victoria, el de los segundos es la coherencia ideológica y de principios, además de asegurar que es posible también ganar, lo que matemáticamente se antoja difícil.
En lo que todos los actores políticos estiran y aflojan para imponer su postura, se encuentra el ciudadano que no necesariamente milita en partido alguno, pero tiene la capacidad para decidir por el proyecto que más confianza le inspire y es fácilmente influenciable por el clima político-electoral que vive en el presente y no está obligado de ninguna manera a recurrir a la memoria, es más, muchos de ellos ni siquiera están interesados en temas políticos, ejercen su derecho a votar sin complicaciones: “Me late o no me late” y punto. No estoy diciendo que esté bien, pero es la realidad.
Si la alianza izquierda-derecha no se lleva a cabo en esta ocasión -hay que señalar que ya fue posible hace poco y sin que nadie se quejara- todos los ciudadanos que quieren sacar de su Estado al PRI de Peña Nieto se verán defraudados por la incapacidad de los otros partidos en ponerse de acuerdo.
La pelota está del lado de los actores más visibles de la izquierda mexicana en este momento; en juego, está la ilusión de muchos mexiquenses, que seguramente a diferencia de quienes los traen de arriba para abajo en esta histeria noticiosa, quieren poner en práctica otro tipo de unión: la unión ciudadana a la hora de votar. Para eso, requieren un proyecto que ofrezca soluciones y sobre todo, la posibilidad real de cambio.
Esa unión que la lleve a salir de sus problemas de justicia, desarrollo, equidad y convivencia diaria, sólo será posible hasta que los líderes políticos hagan a un lado sus ambiciones personales y antepongan el bien de todos como prioridad.
Inútiles los esfuerzos de todas las corrientes políticas por hacerse del control y las decisiones en sus partidos, si a la hora de estar en campaña le ofrecen a la ciudadanía pan con lo mismo -con alianza o sin ella- y si mantienen sus pugnas y rencores en esta confrontación eterna. El voto de castigo también puede surgir en sentido contrario de lo que tradicionalmente ha sido su comportamiento desde el periodo de la alternancia en México.
La actitud mezquina, poco ética e interesada de muchos políticos mexicanos, puede estar acabando con la paciencia del electorado que tiene en sus manos un arma letal: el voto.
La impulsividad en todo ser humano es natural, no provoquen que el hartazgo por todos estos años de tribulaciones y miseria política, empuje al ciudadano a tomar de pronto decisiones que vallan en contra de lo que los “estrategas” partidistas arrogantemente pronostican basados en su argumento del “conocimiento” que poseen en el manejo de masas y comportamientos electorales.
Es real y por increíble que parezca hay gente que en el pasado estuvo convencida de votar, unos por Calderón y otros por AMLO, y que hoy, se plantean sinceramente el regreso del PRI a los Pinos, en su desesperación por regresar a un escenario más predecible.
Los mexiquenses si bien siguen siendo gobernados por el PRI, son testigos de todo el concierto de incongruencias y desprecio al elector por parte de las otras opciones políticas en distintas entidades y a nivel nacional, por lo que no están ajenos al sentimiento antes descrito en su escenario local generado por todo este mal circo de egolatría y mezquindad; luego entonces, el Edomex podría ser ahora sí, el laboratorio electoral al que tanto aluden nuestros políticos.
El tiro a veces sale por la culata.
Alianza o No Alianza, la duda se despejaría fácilmente si la corriente que sigue a Manuel Lopez fuera a la consulta y ahi dejaran ver su NO, pues que no acaso son mayoria? entonces que temen, es una pena ver como AMLO que salio del PRI junto con CARDENAS; MUÑOZ LEDO y muchos mas por oponerse a un DEDAZO y ahora quiere usar ese metodo tan criticado por el al imponer a ALEJANDRO ENCINA como candidato a la gubernatura mexiquense. al no haber una consulta e imponer por designio de una sola persona los que perdemos somos los Mexiquenses que tendremos otro sexenio de PRIISTAS
ResponderBorrar