A unos días del anuncio que hicieron Marcelo Ebrard y AMLO por separado, sobre la postulación de Alejandro Encinas como el personaje de sus simpatías para abanderar a la izquierda unificada en el Estado de México, se les nota alegres, echados para adelante.
Pero también los priistas esbozan una maligna sonrisa. Con el anuncio y las declaraciones de AMLO y Encinas en el sentido que no irán en alianza con el PAN, aumenta la ventaja que el tricolor tiene en esa entidad. Recordemos que por sí solos, las corrientes opositoras en aquel estado se reparten más o menos un 25% de la intención de voto cada una, con lo que no sería suficiente para sacar al PRI de la casa de gobierno de Toluca si compiten en campañas separadas.
No sugiero que el PRI la tenga ganada, pero se antoja difícil remontar la tendencia adversa sin la opción de una alianza, sólo como asunto matemático. Frente al beneficio práctico que representan las alianzas, siempre se interpondrá el tema dogmático; además, poco tiempo faltaría para que dos fuerzas aliadas en unos comicios tan visibles ante la opinión pública estuvieran dándose hasta con la cubeta en los que acaparan toda la atención de los mexicanos, la presidencial.
Un trabajo de campaña intenso y dinero, es lo que se necesita para llegar en una posición competitiva a las elecciones mexiquenses. Sus cálculos habrán hecho los perredistas, ya que se les ve contentos. Las corrientes cercanas a Ebrard le dan el crédito a él, mientras que los cercanos a López Obrador mencionan que es algo así como una jugada maestra de ajedrez por parte del tabasqueño.
Lo cierto es que pactaron, no podría Andrés Manuel estar tan contento y conforme con el anuncio un día anterior, sin la existencia de un pacto previo. Pendiente quedará ver cuáles fueron los términos del acuerdo, mismos que no se dejarán ver sino hasta el arranque formal de las campañas por la presidencia de la república.
Que nadie crea que desde ahora y hasta 2012 todo será miel sobre hojuelas entre las izquierdas, faltan muchas disputas internas, algunas se ventilarán públicamente y de otras ni nos enteraremos. Ebrard y Camacho Solís buscaran a toda costa impulsar su proyecto, mientras que a López Obrador se le escuchará decir ¡Golpe avisa!
Por su parte el PAN, sin rumbo fijo ni dirección, habrá de reaccionar rápido ante el inesperado giro que dio esta historia. A menos que quieran al final, declinar a favor del candidato de izquierda, sólo por hacer el daño al PRI, pero quedarse fuera de la jugada. Por lo pronto, los panistas se quedan como carabinas de rancho: cargadas y en el rincón.
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