Para quienes ayer se aventuraron a asegurar que Marcelo Ebrard había rebasado en maniobra a López Obrador, nombrando a Alejandro Encinas como candidato de la izquierda, se equivocaron, se vieron ingenuos.
En esta columna se mencionó: la decisión fue tomada con y desde el consentimiento de AMLO. Nadie niega el mérito de Ebrard, pero de eso a que la decisión haya sido impuesta sin considerar la opinión de López Obrador, hay una gran distancia.
Como muestra, el mitin realizado ayer en el edomex, estando presentes AMLO y el mismo Encinas para refrendar su candidatura y firmar un pliego de 10 compromisos a los que se compromete el candidato con el movimiento: MORENA.
No podría Andrés Manuel estar tan contento y conforme con el anuncio de Encinas un día anterior, sin la existencia de un pacto previo. Pendiente quedará ver cuáles fueron los términos del acuerdo, mismos que no se dejarán ver sino hasta el arranque formal de las campañas por la presidencia de la república.
Quienes deben estar pensando seriamente en meter la cabeza al suelo son los panistas, que se quedan como carabinas de rancho: cargadas y en el rincón.
En el mitin, Encinas se pronunció en contra de la alianza con el PAN, postura lopezobradorista por cierto, para quienes sigan pensando que toda la jugada fue a modo del ala contraria a éste.
Ahora bien, no está claro si con este anuncio y la consecuente disolución de una posible alianza, la oposición realmente tenga posibilidades de ganar, recordemos que por sí solos, las corrientes opositoras en aquel estado se reparten más o menos un 25% de la intención de voto cada una, con lo que no sería suficiente para sacar al PRI de la casa de gobierno de Toluca.
Por lo que quizá, los más contentos con este anuncio son los priistas.
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