A propósito de la protesta del presidente Brasileño Lula da Silva en torno a la detención del fundador de WikiLeaks Julian Assange en el Reino Unido, bajo el argumento de las acusaciones por acoso sexual interpuestas por el gobierno Sueco, vale la pena mencionar algunos aspectos donde se involucra la ética, que podrían contradecir la vocación de un primer mandatario en cualquier país.
El planteamiento de Lula es simple y va de la mano del clamor popular por desnudar la política diplomática de los Estados Unidos.
Un par de sus declaraciones:
- La detención supone un "atentado contra la libertad de expresión".
- "El culpable no es quien divulgó sino quien escribió una bobada"
En contexto, está la forma en que estos documentos fueron sustraídos, a todas luces de forma ilegal y por supuesto la acción llevada a cabo por Assange es un acto de complicidad del robo.
En cualquier país del mundo la sustracción ilegal de documentos oficiales sin importar lo delicado de los temas que éstos contengan es castigado y no se delibera sobre la utilidad que su divulgación ofrezca a terceras personas así sea el mundo entero.
No niego que la detención del multicitado personaje haya sido sustentado en pretextos, quizá con el propósito de, teniéndolo de frente, se pudiera negociar con él un posible alto de filtraciones aún mas comprometedoras como él mismo ya había amenazado. Sin embargo y a pesar del entendible sentimiento que esto ha desatado, la población debe cuestionarse los métodos y en todo caso los funcionarios de todos los países habrán de tener más cuidado con lo que dicen a todas sus contrapartes porque supongo que no sólo los Estados Unidos llevan a cabo esta clase de prácticas de inteligencia.
Por otro lado, los gobiernos de los países involucrados en estos documentos, México incluido, los descalifican desde un punto de vista más simple que el de Lula, antes de ser exhibidos niegan todo pues su miedo se percibe terrible.
Pero esto no quita que el presidente Lula en su afán de protagonismo esté avalando un acto que sin duda él mismo castigaría si el robo de documentos oficiales hubiera sido en Brasil.
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